domingo, 6 de noviembre de 2016

Qué difícil es cambiar de voto! o La historia de mi cambio

Cómo cuesta dar el brazo a torcer y dejar de lado esas convicciones tan asentadas en uno mismo, que ya se han convertido en un mantra emocional al que recurrimos inconscientemente cuando algún argumento nos obliga por un instante a replantearnos las creencias de siempre. Cómo vamos a cambiar ese espacio personal tan conocido y reconfortante?.

Lo sé en primera persona. Obviamente, yo no nací siendo de PODEMOS. Ni siquiera siendo del PSOE. Algunos pensarán ¿del PCE? ¡Qué va! mucho más a la derecha… Con 18 años y esa enorme sonrisa que te da tener por fin las cosas claras, desperté a la política votando a Aznar, harta de despertarme buscando a Roldán y convencida firmemente de que la corrupción era absolutamente inadmisible en la política. Así descubrí mi primera línea roja.

Aún no sabía yo nada del mundo, de nuestra historia, de guerras pasadas… la palabra Economía me sonaba a Matemáticas y no me apetecía mucho saber de ella. Por lo que había podido percibir, ser de derechas significaba prestigio, honradez y trabajo duro, y lo contrario eran los comunistas, que eran algo así como unos pobres que querían repartirse lo que no era suyo. Sin embargo, no podía imaginar el efecto tan rápido y devastador que etiquetar a alguien de Comunista tendría en la sociedad. Un término programado para desacreditar automáticamente cualquier argumento o persona, tan sólo con pronunciarlo. 

Tampoco es que nadie me enseñara demasiado de Política y en mi colegio la educación era como Dios manda. Aún recuerdo preguntar a la madre Filomena porqué le gustaba Fraga si era muy feo, pero cuando me hizo notar la larga nariz de un pinocho González me pareció un gran argumento, que reconozco, fue la base de mi opinión política durante muchos años de mi infancia y juventud.

En una de estas me eché un novio de mi misma alcurnia, pero empresario, emprendedor e inventor de nacimiento. Éramos unos pipiolos pero mi amor por viajar y conocer otras culturas ya se había despertado, habiendo pasado un año en Estados Unidos, en aquellas épocas en las que Clinton lo pasaba en grande, disfrutando de los últimos coletazos del sueño americano aún en pie. América se creía un planeta en sí mismo, unificado y fortificado en contra de ese grandioso enemigo intangible: el Comunismo

Tardé tiempo en plantearme que tendrían las selvas de un pequeño país como Vietnam para que se hubieran explayado tanto en combatir con él. Poco sabía entonces de la importancia del mercado armamentístico en la economía americana.

Lo que sí me sorprendía era que mayores y pequeños tuviesen un miedo tan atroz a Rusia, si para mi era un país en plena decadencia, según mi madre me había comentado después de su última visita. Poco sabía entonces de las técnicas de dominación de la población mediante miedo e ignorancia.

Volviendo a España, mi querida España, una, grande y libre (gran eslogan propagandístico, pero ligeramente alejado de la realidad). Tan orgullosa de no ser como los americanos, sinceramente. Orgullosa de nuestra alegría, pasión, buen corazón y generosidad… Daba igual que no fuéramos la primera potencia, ni que no supiésemos lo que significaban exactamente los mensajes de las camisetas que comprábamos… había algo muy digno en nuestro savoir faire

Volviendo al tema de mi amor de juventud. Hicimos un pacto. Yo estudiaba Economía o Empresariales o lo que sea que fuera eso, si lo estudiábamos juntos en el extranjero. Y así hicimos. Nos fuimos a Rotterdam. Recuerdo entrar en clase de Microeconomía flotando como un astronauta en el espacio exterior. No entendía nada, me preguntaba, pero de qué están hablando exactamente?  Y yo que me creía abstracta y etérea


Luché mucho por acabar la carrera en la que ingenuamente me había metido. Mi padre falleció en el primer año y mi frívola nubecita de algodón descendió súbitamente al asfalto. Trabajaba fregando platos mientras los hijos de la élite empresarial europea me ayudaban a entender y aprobar las asignaturas de la carrera de Dirección Internacional de Empresas del European Business Programme. Me preguntaban entre risas: ¿pero cómo has acabado tú aquí?

Esa fue la misma pregunta que me hizo uno de los profesores norteamericanos al percatarme, en uno de esos momentos eureka, de la matemáticamente imposible sostenibilidad del sistema capitalista a largo plazo. 

Y la verdad, para mi también es un misterio como el destino me llevó a abrir las tripas del sistema capitalista y meterme dentro para conocer en profundidad al monstruo sin cabeza que oprime y sin duda aniquilará a la Humanidad, si ésta no se enfrenta y lo domina rápidamente. 

Tal vez de aquellas tenía que haberme metido en Política, pero tampoco me atraía nada. Lejos veía en los Políticos el origen griego de la palabra, "aquellos interesados en el bien del pueblo". Más bien veía su antónimo: Idiotas, o "interesados en su propio bien".

Objetivamente, nos han gobernado idiotas, sin insultar. Lo grave es que si realmente comprenden las repercusiones de sus acciones a largo plazo, también podrían ser considerados psicópatas, patología ampliamente extendida entre directivos de grandes corporaciones capitalistas, y que se reconocen por una absoluta falta de empatía y remordimientos, con ese toque chic y elegante que hipnotiza a las masas. No en vano, la psicopatía hoy se llama Desorden de la Personalidad Antisocial.



En mi caso, la cabra tiró al monte y acabé haciendo mi Tesis sobre el mercado del arte, especializándome en contemporáneo y trabajando en Wall Street, aplicando al mundo del arte la democratización y transparencia que las nuevas tecnologías nos brindaban.

En esta profesión he tenido la suerte de conocer a grandes artistas, pensadores, científicos y humanistas del mundo entero. Todos totalmente diferentes, tan involucrados en sus investigaciones personales que sus complejas reflexiones, tan específicas y matizadas, son a menudo imposibles de consensuar con simplezas. Y he aquí la grandeza y la debilidad del Humanismo: su enorme diversidad.

Me cautivaron y traté de comprender muchas de las verdades ocultas que les traían de cabeza y que compartían generosamente conmigo, pero finalmente fue la humanidad en los ojos de la Humanidad la que cambió mi voto

Bush llegó al poder y su guerra preventiva me obligó a salir a manifestarme por las calles de Nueva York. Bush fue re-elegido por una gran mayoría que sigo sin conseguir entender. Por suerte, a Aznar no le pasamos sus últimas manipulaciones. Spain is different. O tan sólo lo fue? 


Y por fin llegó el 15M, cristalizando el malestar que produce en tantos un sistema pseudo-democrático manipulado constantemente por intereses maquiavélicos. Y luego llegó PODEMOS y la posibilidad de hacer algo más que quedarnos indignados atestiguando el debacle. El resumen de mi historia de cambio acaba aquí, y ahora empieza la común, la que nos toca vivir y compartir a todos, muy a nuestro pesar.



Nos rige la cultura basura, rápida, efectiva, que entretiene los sentidos y estimula las bajas pasiones. Se nos exige simplificar y pasamos de puntillas por los temas que no comprendemos, entre otras cosas porque requiere esfuerzo y el sistema tampoco nos deja demasiado tiempo libre para formarnos en nada más que lo estrictamente necesario para ejercer una función social y cobrar por ello.

Pero es curioso que lo prescindible sea la formación humanística y se releguen cada vez con más fuerza las asignaturas de cultura, filosofía y pensamiento, ámbitos que precisamente nos diferencian como seres humanos y desarrollan nuestra Humanidad. Está claro, que a los dirigentes del desastre que presenciamos no les interesa en absoluto que la gente comprenda realmente de lo que va la historia.

 
¿Y cómo voy a cambiar? ¿y si es peor el cambio? Esa te la respondo yo: Nada puede ser peor que sentarnos a ver como el sistema actual nos lleva a su única salida: la destrucción de la especie en el planeta.

¿Y cómo voy a cambiar de forma de pensar y de votar a mi edad?  Sería como ser infiel a mi mismo, aceptar que he estado equivocado y he sido engañado. Eso no es vergonzoso, lo vergonzoso es empezar a ver más allá y preferir seguir con la cabeza enterrada.




¿Y cómo voy a apoyar a una pandilla de hippies sabelotodo que han tenido la suerte (o desgracia) de despertar un poco antes que yo? Confiando en el género humano dando la espalda al cinismo proliferante. Sólo el ladrón se cree que todos son de su condición. Si no confías en voluntarios comprometidos y sobradamente preparados, en quién prefieres confiar?

Algunas pautas que a mi me ayudaron a dar el paso fueron: Ser fiel a ti mismo y escuchar tu conciencia por encima de todas las cosas; Aceptar el hecho de que así no podemos seguir y que el cambio es verdaderamente urgente; Sentir que ha llegado la hora de ser responsable con el mundo y contigo mismo; Luchar por preservar la humanidad que nos hace humanos; y Hermanarse con los cientos de personas del mundo entero que cada día inician su compromiso para conseguir un futuro sostenible.



Este es el cambio de paradigma que ya es imparable. Todo lo que esté en contra de la urgencia que el planeta y nuestra humanidad exige, no ofrece solución sino pone palos en las ruedas, probablemente para justificar su inmovilismo. Hemos de ser agentes activos en el cambio y cambiar el voto es el menor de los esfuerzos.

¿Y si no lo conseguimos? ¿por qué me debo molestar?  Nuestra historia nos ha enseñado que es cuando la humanidad dice basta, cuando se han producido los cambios significantes que han enderezado los pilares de nuestra civilización en momentos históricos. Hoy estamos también en un punto clave en la historia de nuestra evolución y hemos de ser responsables con el momento que tenemos la suerte (o desgracia) de presenciar.

Tenemos la oportunidad de realizar una regeneración democrática que proteja a los seres humanos ante los intereses económicos y que promueva las diferentes posibilidades de convivencia sostenible. Hemos de esforzarnos porque la economía colaborativa sustituya la actual economía competitiva que pronto conseguirá esclavizar a toda la población con horarios y sueldos infrahumanos.


Necesitamos legisladores que protejan el crecimiento de la economía local de pymes y autónomos, ante economías de escala, oligopolios, corrupción y fraudes fiscales de grandes fortunas. Políticos de vocación, formados en las últimas propuestas de sostenibilidad, inflexibles en la regularización medioambiental, predispuestos a enfrentarse a los poderes fácticos transnaccionales y preparados para liderar la transición a las alternativas energéticas. Para ello, es esencial invertir en la infraestructura más básica: el capital humano que desarrollará la tecnología y el pensamiento detrás de un futuro sostenible.


El cambio, supone un colosal esfuerzo común, sin mandatarios ni indiferentes. Hemos de construir entre todos una sociedad evolucionada, capaz de enfrentarse a los desafíos que el futuro sin duda depara, y sembrar la semilla de la esperanza para el resto del Mundo. Más allá de hacer dinero, está el lujo de ser humano.


Podemos y Debemos
Podemos YA! León